Un grupo de científicos estadounidenses afirman que por fin pueden
encontrar algunas respuestas a la pregunta sobre por qué algunas
personas son más inteligentes que otras.
Durante un estudio del cerebro más grande del mundo en el que participaron más de 200 científicos de 100 instituciones diferentes, se descubrió un gen que determina el tamaño de este órgano y la capacidad de la inteligencia de un ser humano.
El equipo internacional revisó los genes humanos de más de 20.000 personas de Europa, Australia y Norteamérica para intentar descubrir las razones de la resistencia del cerebro a una serie de enfermedades mentales y averiguó que el gen denominado como HMGA2 explica la diferencias en inteligencia.
El estudio publicado en la revista Nature Genetics asegura que "las personas que poseen la molécula C (citosina) en lugar de la T (timina) en una sección específica del gen HMGA2 tienen cerebros mayores y consiguen unos resultados mucho más altos en las pruebas de inteligencia".
Durante un estudio del cerebro más grande del mundo en el que participaron más de 200 científicos de 100 instituciones diferentes, se descubrió un gen que determina el tamaño de este órgano y la capacidad de la inteligencia de un ser humano.
El equipo internacional revisó los genes humanos de más de 20.000 personas de Europa, Australia y Norteamérica para intentar descubrir las razones de la resistencia del cerebro a una serie de enfermedades mentales y averiguó que el gen denominado como HMGA2 explica la diferencias en inteligencia.
El estudio publicado en la revista Nature Genetics asegura que "las personas que poseen la molécula C (citosina) en lugar de la T (timina) en una sección específica del gen HMGA2 tienen cerebros mayores y consiguen unos resultados mucho más altos en las pruebas de inteligencia".
"Se trata de un resultado extraño, no se podría imaginar que algo tan
simple como un pequeño cambio en el código genético podría explicar las
diferencias en inteligencia", afirma Paul Thompson, profesor de la
Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), que dirigió el estudio.
"Hemos encontrado una prueba bastante inequívoca para establecer una
relación genética con el funcionamiento del cerebro y la inteligencia.
Por primera vez, tenemos pruebas de estanquidad de cómo estos genes
afectan al cerebro. Esto nos da nuevas pistas sobre la manera de mediar
en su impacto", añade.